¡Bienvenidos!

Atención señoras y señores,
cojan cada uno su zapato que nos vamos a sumergir en "Cenicienta en Otoño", donde podréis leer y comentar
mis opiniones, ver fotos de divers@s Cenicient@s y por supuesto elegir al final un modelo nuevo de zapato que
se ajuste a vuestro nuevo modelo de Cenis.

¡Bienvenidos a este blog!

28 noviembre 2009

Y colorín, colorado... La Cenicienta ha cambiado

¿Pero este es el cuento que he leído de pequeña? hay que ver como te cambian un cuento en 24 horas... y sobre todo después de este taller a cargo de Mª José Álvarez, sin duda el mejor momento.

Interacción, creatividad, improvisación (sobretodo) y diversión sobre el escenario, era nuestro turno... 5 y ¡acción!. Aquí cada uno iba con su nombre a la vista ahora, ¿por qué se llamaban así? hay que averiguarlo, interacción total con la clase.
El momento match de improvisación fue lo mejor. Nos dividimos en grupos de 9 personas o mejor dicho, personajes... y a representar la tarjeta en cuestión. Hay que ver las orientaciones que se le dieron a un "simple" cuento, algunas eran absurdas, otras originales y otras demasiado subidas de tono, desde mi punto de vista ya era un desfase total.

Valoro mucho de este taller el comentario de Mª José sobre como aplicarlo al trabajo con los niños y los diferentes cuentos de Cenicienta que llevó para que pudiéramos ojear antes de empezar a actuar, nunca había visto tantos cuentos de Cenicienta diferentes juntos. Me encantó la organización del taller, aunque había compañeros que no ponían de su parte y el tiempo corría.

Y para finalizar, yo ya dejo mis zapatos espero que no los coja nadie y venga a probármelos, porque yo igual que Mª José me quedo con las deportivas.

La Cenicienta que se escapó

Y ha llegado la hora de crear nuestro propio cuento, cada uno en función de su personalidad ha de reescribir el cuento con su versión. Algunos resultados pueden ser predecibles y otros llamar mucho la atención, pero como ya sabemos todos somos diferentes y nuestras historias no serán para menos.

Pues bien, yo me he puesto en el lugar de Cenicienta y he reescrito el cuento porque hay cosas por las que yo no paso... Y aquí empieza mi historia, la cenicienta Flashe-hada, jijiji...

Había una vez una joven muy bella, simpática cuya madre había muerto cuando ella aún era pequeña. Su padre se esmeraba en darle todos los cuidados y educarla… Pero como eran muy pobres y tenía que trabajar todo el día, apenas tenía tiempo de atenderla. Su padre se esmeraba en darle todos los cuidados y educarla… Un día el padre preguntó a su hija: - Hijita ¿Te gustaría tener una mamá que te cuidase? - Bueno papá, para mi no va a existir más madre que la mía, pero si es lo que tu quieres, yo solo quiero que tu seas feliz… - exclamó entusiasmada la niña. Y así fue como el padre de aquella dulce joven decidió casarse de nuevo. La nueva esposa que también era viuda tenía dos hijas. “Las tres niñas crecerán juntas y serán buenas amigas.” pensó el padre. Pero la madrastra que era una mujer sin corazón no pensaba lo mismo. A sus hijas las cuidaba y las mimaba pero a su hijastra la obligaba a hacer todo tipo de tareas del hogar como limpiar la chimenea. Por eso, no es casualidad que a aquella pobre niña la llamasen “Cenicienta” pues todo el día andaba manchada de ceniza.
Un día, el Rey pensó que ya era hora de que su hijo, el Príncipe, buscara una moza y empezara su propia vida sin papá y mamá. “De este modo el día que herede el trono mis súbditos tendrán un rey y una reina”. Y tuvo una idea brillante. “Haré una gran fiesta en el palacio e invitaré a todas las niñas casaderas del reino” Y tomando una pluma de ganso el Rey escribió la invitación con su mejor letra. Los heraldos del Rey anunciándose con trompetas de cornetas y clarines, recorrieron todo el reino. Por todos los lados, en los valles y las montañas, aún en los pueblos más lejanos y pequeños, se oyó el mismo bando: “El primer sábado del mes próximo al anochecer todas las muchachas casaderas del reino están invitadas a asistir a una gran fiesta en palacio”.
Así llegó la noticia a oídos de la madrastra quien de inmediato ordenó a sus hijas que preparasen sus mejores ropas y alhajas. Al mismo tiempo le dijo a Cenicienta: - Tú no irás, te quedarás en casa, fregando el suelo, lavando los platos y limpiando la chimenea... y yo pensé: porqué paso un huevo de este baile de mierda, porqué si no, rajo por la mitad a la zorra de mi madrastra y me voy a bailar ¡Vaya que si voy!... ¡Ah! Y lo de fregar y tal, que lo haga tu puta madre.


Las hijas de la madrastra aplaudieron y saltaron de alegría. Pero Cenicienta hizo un esfuerzo para no echarse a llorar. Finalmente llegó el tan esperado sábado del baile. Al anochecer, vestidas con sus mejores galas, las hijas de la madrastra partieron rumbo al palacio del Rey. Cuando se encontró sola, Cenicienta no pudo reprimir su llanto. “¿¡Porqué seré tan desdichada!?” exclamó, “¿¡Porqué este triste destino!?” ¿triste destino? Yo no tengo “destino”. Mi futuro es el que yo decido. Trabajando y esforzándome saldré de este agujero. No me voy a parar a pensar porqué nací aquí cuando tantos nacen en Etiopía. y se encamino hacia la chimenea para limpiar las cenizas y reavivar el fuego. De pronto, de entre las llamas, se desprendió un resplandor más luminoso que el fuego. “No te preocupes Cenicienta” se oyó una voz: “Tú también irás al baile”… Cenicienta se restregó los ojos creyendo que soñaba. Pero no, no era un sueño, ante ella una mujer de dulce rostro y tierna voz esgrimía una varita mágica. “¿Quien eres?” Preguntó Cenicienta “Todos los seres de buen corazón tienen una hada madrina.” respondió con voz muy dulce aquella extraña mujer. ¿Hada madrina? y ¡qué más! No hay hadas madrinas, ni centauros, ni ovnis, lo que hay es una falta de sentido común que estropea vidas enteras. Me lavaré y me vestiré lo mejor que pueda, seré yo, y se le gusto a ese hombre, bien, y, si no, también. ¡Ah! Y en la vida me voy a poner unos peligrosos zapatos de cristal, seguro que hay cuatro normativas europeas de seguridad en el trabajo que los prohíben… “Yo soy la tuya”… Entonces el hada rozó con su varita la vieja ropa de la muchacha y en abrir y cerrar de ojos, Cenicienta se vio cubierta de tules, sedas y terciopelos, al tiempo que un collar de piedras preciosas rodaba su cuello. La joven retrocedió sorprendida y oyó un tintineo: Sus pies lucían unos bellísimos zapatitos de cristal. “Solo te falta el carruaje” dijo el hada. Salió al huerto, tocó con su varita una calabaza y en menos de un suspiro surgió un elegante carruaje tirado por briosos corceles. En el pescante, un sonriente cochero le hizo señas a Cenicienta para que subiese...Pues no lo tenía previsto. Yo iba a conocer al Príncipe, pero nunca se sabe, he aprendido física quántica y sé que hay muchas posibilidades. Quizá el Príncipe es un zoquete maleducado y este cochero que no terminó bachillerato resulta más inteligente y tratable. Igual hasta es suave. ¡Organización! Iré a palacio a ver que tal y, como que tengo que regresar a las doce, en el trayecto de vuelta puedo ver si este señor y yo congeniamos…

“¡Espera Cenicienta!” la detuvo el hada. “No te olvides: Debes regresar antes de media noche porqué, a esa hora, la magia desaparecerá.”

La llegada de Cenicienta al palacio despertó un murmullo de admiración. “¿Quien es?” Se preguntaron todos incluso sus hermanastras: “¿Quien es?” Pero quien más se formuló esa pregunta fue el Príncipe que quedó prendado de la belleza de la muchacha. Pues espero que lo que le haya gustado de mí no sea algo tan efímero como la belleza. Espero que le guste mi forma de pensar y de actuar. Pero ¡buf!, que alivio que por fin me guste alguien de verdad… A partir de ese instante el Príncipe y Cenicienta no dejaron de bailar juntos. En medio del giro de un hermosísimo vals sonaron las campanadas de la medianoche. Cenicienta comenzó a contarlas. “¡Ah! ¡Van a ser las doce!” Se sobresaltó la muchacha desprendiéndose del Príncipe. “¡Ah! No te vayas por favor, no te vayas…” rogó el hijo del Rey, pero Cenicienta escapó a la carrera. Procurando ser más rápida que el reloj, Cenicienta descendió como una exhalación por las escaleras: “¡Ah… He perdido uno de los zapatitos!”… pero sin tiempo de volver sobre sus pasos, Cenicienta se metió en el carruaje.
Al partir, alcanzó a ver como el príncipe se quedaba pensando esta mujer me gusta, es agradable, culta, bonita, tímida. ¡Tengo que encontrarla! Hace tiempo que nadie me impresionaba así, quiero conocerla mejor…
Esa misma noche, desesperado, el Príncipe fue a la cámara real y habló con el Rey. “Padre –le dijo- estoy enamorado, he encontrado a la mujer de mis sueños, pero…” “¿Pero qué?” se sorprendió el Rey “También la he perdido…” “¿Quien es?” “No lo sé…” Y le contó como había sucedido todo. “¡No desesperes! En tantos años de gobierno algo he aprendido”. Al día siguiente el Rey volvió ha coger su larga pluma de ganso y redactó un nuevo bando. Los heraldos recorrieron otra vez el reino. “Por orden del Rey todas las doncellas del reino deberán probarse un zapatito de cristal. Quien pueda calzarlo se casará con el Príncipe y será la futura Reina de este país”. De inmediato la madrastra ordenó a sus hijas: “¡Como sea, a la fuerza, aunque os duela, una de vosotras deberá calzarse el dichoso zapatito!” Así fue como, zapatito en mano, el Príncipe y sus consejeros llegaron a casa de Cenicienta: - ¡Tu, vete a limpiar la chimenea! – le dijo la madrastra a Cenicienta… “En cuento a vosotras hijas… ¡ya sabéis!” Fue inútil. Por mucho que se esforzaban por hacer coincidir su pié con el zapatito, a una le quedaba muy grande y a la otra muy pequeño. Cuando comprobaron que el zapatito de cristal calzaba perfectamente en el pié de Cenicienta, todos se sorprendieron. Todos, menos el Príncipe. A mi me lo había dicho la cabeza...
Cenicienta y el Príncipe no tardaron en bailar juntos un nuevo vals. Esta vez fue en el baile de su noche de bodas. Los habitantes del reino celebraron que una muchacha tan humilde pudiese algún día ser Reina. Con el tiempo, hasta la madrastra y sus hijas olvidaron su envidia. Y aunque el reloj de palacio marca todas las noches las doce campanadas los giros del vals continúan. La magia se ha hecho realidad… Pues me lo voy a pensar antes de casarme con alguien que no conozco. Creo que sí, que acabaré casándome con él y seré feliz, y le haré feliz, pero prefiero tener un tiempo…

Arquetipos en la cenicienta, la recreación del ánima, princesa interior del varón y su relación con los sueños

Por fín, nuestra Cenicienta-Bolonio pone su palabra sobre la mesa, Pilar Pérez nos acerca y muestra los lados masculinos y femeninos que están dentro de cada persona. Para las mujeres su lado masculino es el "ánimus" mientras que para ellos su lado femenino es el "ánima".
Cada persona busca en su pareja lo que le complementa, buscamos la felicidad y eliminamos lo que no nos gusta, tanto los heterosexuales como los homosexuales. La historia del Rey Salomón y de la Reina de Saba muestran claramente la unión de lo masculino y femenino, ya que representa un equilibrio de igualdad, ambos son reyes en sus tierras, así opera el mito y habla al alma. Parece ser que Salomón estaba cerca del principio femenino y la Reina Saba era una visión de las mujeres que han dejado su parte femenina y se han volcado en su profesión, de ahí la atracción del uno por el otro, buscaban lo que a ellos le faltaba en la otra persona.



"La vida es sueño y los sueños, sueños son" creo que todos conocemos esta famosa frase de la obra de Calderón de la Barca, pues bien, la concepción de "la vida es como un sueño" es muy antigua: existen referencias en el pensamiento hindú, en la mística persa, en la moral budista, así como en la tradición judeo-cristiana y en la filosofía griega. Según Platón, el hombre vive en un mundo de sueños, de tinieblas, cautivo en una cueva de la que sólo podrá liberarse tendiendo hacia el Bien. Únicamente entonces el hombre desistirá de la materia y llegará a la luz. El influjo de esta concepción platónica en la obra es evidente, uno se encuentra en la completa oscuridad por el desconocimiento de sí mismo; sólo cuando es capaz de saber quién es, consigue el triunfo, la luz.



En el cuento de Cenicienta y en la mayoría de cuentos de hadas aperece el mundo de los sueños que revela lo que se quiere alcanzar. En nuestra vida todos soñamos, dormidos o despiertos, consciente o inconscientemente, mediante estos sueños estamos conectados al pasado, al futuro, a nuestras ilusiones y deseos... están cargados de un gran significado que muchas veces pasamos por alto.
El mero hecho de que el significado de los sueños se pase por alto lleva por desgracia a no darle mucha importancia a esta temática, no podemos dar la espalda al mundo de los sueños ya que nos están comunicando algo que hemos de descubrir y no solo es cosa de niños como muchos piensan. Los sueños, como muestran muchos de los cuentos, se pueden cumplir.



Me hubiera gustado que en este curso se profundizara más en este tema, ya que está muy relacionado con los cuentos; si en los cuentos existen las hadas para hacer los sueños realidad ¿quién hace el papel de hada madrina en nuestra vida real?. Considero que es un tema muy importante sobretodo en nuestra facultad de Formación de Profesorado y la pena es que se le reste importancia y que no tengamos acceso a ello.

Las narrativas y la construcción del conocimiento pedagógico: la historia de Cenicienta

En esta conferencia de Teresa Pessoa, se analiza el cuento de Cinderella o Gata Borralheira (en portugués) a partir del significado de las cenizas, el tiempo, las expectativas, los sentimientos, el hada y el zapato, elementos claves del cuento.


Está claro que cada persona interpreta el cuento de una forma particular; los niños como todos hemos hecho, lo leerán y verán todo bonito e inocente, pero para los adolescentes y adultos el cuento empieza a sacar a la luz aspectos que considerabamos inexistentes en cuentos "infantiles".

Una vez acabada la ponencia, surgieron varias preguntas hacia nosotras las cenis sobre nuestros ideales de Cenicienta y gracias a la evolución de nuestra sociedad, se mostró que el objetivo de la mujer no se basa en encontrar un hombre y atenderle mientras él es el que sale a trabajar. ¿Qué hubiera pasado si esta pregunta se hubiera realizado en los años 40?

Baile mágico

Qué mejor forma que acabar el día que con nuestra transformación, era la hora del baile y todo estaba listo, la sala se mostraba llena de luz frente a la oscuridad que la caracteriza habitualmente.
Si a lo largo del día no habíamos tenido gran oportunidad para interaccionar con los demás, este era el momento: ¡adiós a la vergüenza! llegaron las risas, el baile y la desinhibición... Ahora nos tocaba buscar a nuestra pareja y bailar con ella con los ojos vendados, un zapato nos había unido.

Sin duda mi actividad preferida del día, agradezco a Gabriela Maiztequi su asistencia, ya que gracias a ella, a su voz y a su gran implicación logró llevarnos a todos a una dimensión diferente, estábamos totalmente libres. Con nuestro baile de ¡machete, machete, maché! acabamos tan cansadas, que nuestra carroza nos tuvo que venir a buscar a las 10 en vez de a las 12.

27 noviembre 2009

Una visión desde la semiótica visual de “La Cenicienta” de Walt Disney a Crepúsculo

“Imagino la mente de un niño como un libro en blanco. Durante los primeros años de su vida, mucho se escribirá en sus páginas. La calidad de su contenido afectará profundamente su vida”. (WALT DISNEY).

Está claro que se puede guiar la educación de un niño con lo que ve a lo largo de sus primeros años de vida. Ahora bien… ¿qué es lo primero que ve la inmensa mayoría de los niños occidentales?
A pesar de lo que la sociedad cree, las películas Disney, no tienen una base en valores tan positivos como la igualdad de género, de tolerancia hacia otras razas y culturas, ya que si nos paramos a analizar los mensajes que transmiten podremos ver que los valores sociales que se fomentan no son los adecuados destacando entre ellos el papel de la mujer: dependiente de un hombre.

Como podemos observar, a lo largo de los años han salido a la luz películas como Pretty Woman, Una Cenicienta moderna, El diario de Bridget Jones, Irina Palm, Encantada y Crepúsculo, que comparten la misma historia, aunque con personajes y situaciones muy distintas, pero cuya esencia es la misma: jóvenes indefensas que buscan desesperadamente que alguien las salve, las comprenda y las saque de ese mundo repleto de mediocridad que las rodea.

De Oca a Oca: la espiral de la Cenicienta


En este taller realizado con Cristina Moral, se nos explica las casillas más importantes del juego de la oca, lo que representan en nuestra vida. Se podría decir que cada persona está en su tablero y a lo largo de la vida va a vivir experiencias correspondientes a las diferentes casillas y, actuando en ellas de la manera de la que quiera vivir.
Las 7 pruebas que debemos superar en nuestra vida viene representadas en las siguientes casillas: la salida de ocas, el puente, la posada, los dados, el pozo, el laberinto y la cárcel, todo ello para llegar a la última casilla: el jardín que representa la felicidad.

Los cuentos al igual que los juegos son representaciones de la vida. Juguemos a nuestro estilo, cada uno mueve su ficha y dirige su vida.

Las cenizas de Cenicienta


La conferencia de Mercedes Replínger, nos ofrece la visión de que Cenicienta no es un cuento, como algunas lecturas feministas subrayan y como a lo largo de muchos años se nos ha hecho ver, y con ello me refiero a la mujer como ser pasivo que espera la salvación de un príncipe azul en la sociedad occidental.
Algunas artistas como Cindy Sherman, Dina Goldstein o Elena Dorfman, han destacado y ridiculizado el cuento, de tal forma que se transforma, trivializándose, en un cuento folklórico con moraleja; un ejercicio redundante cuya eficacia se pierde en la ironía y la sátira. Este enfoque tan plano por pedagógico del cuento de Cenicienta se resuelve en los estudios de etnología y antropología, análisis morfológicos a lo Propp que la convierten en un arquetipo, entre otras cosas, de la batalla cósmica entre el cielo y la tierra o el bien y el mal.

En este sentido algunas artistas como Miwa Yanagi, Nathalie Rebholz con mejor olfato potencian el componente siniestro, la crueldad que subyace bajo las apariencias sentimentales del relato maravilloso. Sin embargo, este trabajo decide centrarse en aquello que el siglo XIX aporta a la iconografía del relato, el componente kitsch, y que género puede reivindicar con toda legitimidad su herencia, la publicidad de modas.
Como señala Celeste Olalquiaga, el kitsch es perderse en una imagen, deslizándose por ella como por uno de los espejos mágicos de Alicia, cruzando el umbral de una dimensión paralela, un mundo de sombras. Cenicienta envuelta en el gris sucio de los fogones, iluminada por el calor del hogar está sepultada por ese polvo al que quedan reducidas todas las cosas; ruina en gris que, posteriormente, se transforma en cristal luminoso, metáfora de una nostalgia que, en la actualidad, recorre el camino contrario, del cristal al polvo, a las cenizas, donde se cruzan los sueños desvanecidos, las fantasías abandonadas.

Normas, conductas y valores entre suelos y fogones


En esta conferencia de Sonsoles San Román, se nos muestra que en este cuento se introducen elementos que llenan de sentido y significado al modelo ideológico y moral que impregna los contextos en que se inscriben relatos envueltos en el mundo de los miedos. Como no, estos miedos son más efectivos lanzados sobre el foro femenino de una mujer no querida y despreciada por su entorno, cosa que podemos observar por desgracia sobretodo con la violencia de género actual.

Los miedos nos limitan el deseo. En el caso de Cenicienta el miedo se refleja en forma de sus hermanastras, la madrastra, el ser despreciada, a la soledad, etc. por lo que decide ocultarse tras los trapos y el trabajo doméstico que dan lugar a su invisibilidad.
En el cuento, Cenicienta pasa de vivir en un mundo de cenizas a vivir bajo un poder patriarcal, representado por el príncipe, que la produce bienestar, seguridad y visibilidad.
Este cuento muestra un alto contenido moral, de hecho es el centro del cuento. Cenicienta se encuentra en una vida sumisa, de sacrificio, entrega y paciencia donde, para ascender socialmente necesitan un marido con buena posición social.

¿Y si no quiero comer perdices?

¡No pasa nada!Por suerte, actualmente nuestros ideales han ido evolucionando, somos personas y no marionetas, no necesitamos un "príncipe" para salir adelante; nosotras somos nuestro motor, podemos hacer todo lo que nos propongamos y conseguir la felicidad.

Recomiendo a todos leer el relato de "La Cenicienta que no quería comer perdices",es un cuento moderno, realista, divertido y profundamente esperanzador que muestra la situación de tantas mujeres que un día descubren que la vida no es ese cuento de hadas que nos prometieron de pequeñas y que todas nos habíamos creído.
Este cuento está dedicado
a todas las mujeres valientes
que quieren cambiar su vida
y a todas aquellas que la perdieron
y nos iluminan desde el Cielo

(Nunila López y Myriam Cameros)

Pinchad en el siguiente enlace y disfrutad de su lectura: http://www.mujeresenred.net/IMG/pdf/lacenicientaquenoqueriacomerperdices.pdf

Inicio del curso

Atención Cenicientas viajeras, Cercanias Renfe informa... si señores, así llegábamos la mayoría de Cenicientas a nuestro palacio, en una carroza de 4 vagones y por cochero a un hombre de chaqueta granate. Muchas de nosotras sin vestir aún, pero los vestuarios del palacio serían nuestra hada madrina, ya que nos cambiaba de una forma espectacular.
No todas éramos rubias, no todas íban de gala, no todas llevábamos a Gus con nosotras pero, todas éramos CENICIENTAS.

¡Empezamos el Cuento!

Hubo una vez una joven muy bella que no tenía padres, sino madrastra, una viuda impertinente con dos hijas a cual más fea. Era ella quien hacía los trabajos más duros de la casa y como sus vestidos estaban siempre tan manchados de ceniza, todos la llamaban Cenicienta.

Un día el Rey de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todas las jóvenes casaderas del reino.

- Tú Cenicienta, no irás -dijo la madrastra-. Te quedarás en casa fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos.

Llegó el día del baile y Cenicienta apesadumbrada vio partir a sus hermanastras hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos.

- ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su Hada Madrina.

- No te preocupes -exclamó el Hada-. Tu también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa joven.

La llegada de Cenicienta al Palacio causó honda admiración. Al entrar en la sala de baile, el Rey quedó tan prendado de su belleza que bailó con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quién sería aquella joven.

En medio de tanta felicidad Cenicienta oyó sonar en el reloj de Palacio las doce.
- ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-.

Como una exhalación atravesó el salón y bajó la escalinata perdiendo en su huída un zapato, que el Rey recogió asombrado.

Para encontrar a la bella joven, el Rey ideó un plan. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el zapatito.

Al fin llegaron a casa de Cenicienta, y claro está que sus hermanastras no pudieron calzar el zapato, pero cuando se lo puso Cenicienta vieron con estupor que le estaba perfecto.

Y así sucedió que el Príncipe se casó con la joven y vivieron muy felices.