Qué mejor forma que acabar el día que con nuestra transformación, era la hora del baile y todo estaba listo, la sala se mostraba llena de luz frente a la oscuridad que la caracteriza habitualmente.
Si a lo largo del día no habíamos tenido gran oportunidad para interaccionar con los demás, este era el momento: ¡adiós a la vergüenza! llegaron las risas, el baile y la desinhibición... Ahora nos tocaba buscar a nuestra pareja y bailar con ella con los ojos vendados, un zapato nos había unido.
Sin duda mi actividad preferida del día, agradezco a Gabriela Maiztequi su asistencia, ya que gracias a ella, a su voz y a su gran implicación logró llevarnos a todos a una dimensión diferente, estábamos totalmente libres. Con nuestro baile de ¡machete, machete, maché! acabamos tan cansadas, que nuestra carroza nos tuvo que venir a buscar a las 10 en vez de a las 12.
Si a lo largo del día no habíamos tenido gran oportunidad para interaccionar con los demás, este era el momento: ¡adiós a la vergüenza! llegaron las risas, el baile y la desinhibición... Ahora nos tocaba buscar a nuestra pareja y bailar con ella con los ojos vendados, un zapato nos había unido.
Sin duda mi actividad preferida del día, agradezco a Gabriela Maiztequi su asistencia, ya que gracias a ella, a su voz y a su gran implicación logró llevarnos a todos a una dimensión diferente, estábamos totalmente libres. Con nuestro baile de ¡machete, machete, maché! acabamos tan cansadas, que nuestra carroza nos tuvo que venir a buscar a las 10 en vez de a las 12.
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